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jueves, 29 de junio de 2017

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¿Cuál es la peor forma de morir?

"Sé que todo el mundo hace lo más posible para nunca pensar en ello, pero hace falta que lo recuerde: la muerte es inevitable", dice Alexandra Ossola, en un .


"Sé que todo el mundo hace lo más posible para nunca pensar en ello, pero hace falta que lo recuerde: la muerte es inevitable", dice Alexandra Ossola, en un . 

La autora advierte de inmediato que no existe un consenso científico en torno a la respuesta a su pregunta. A priori, nos parece horrible morir ahogado o quemado, dice, pero al mismo tiempo las vemos como probabilidades muy lejanas.

Y aunque la ciencia no tenga una respuesta, se pueden evaluar algunas hipótesis. 

Si la muerte asusta, la muerte dolorosa es lo que potencialmente más miedo causa, dice, y entre los que más se han "perfeccionado" en esta materia, están sin duda los inquisidores de comienzos de la era moderna.Larissa Tracy, profesora de literatura medieval en la Universidad Longwood, de Farmville, Virginia, explicó a Ossola que los horrorosos tormentos medievales se difundieron ampliamente después de la Reforma protestante, es decir, hace exactamente 500 años. 

Privilegiado era el que moría rápido Tracy explica que no todos los condenados eran torturados, sólo los peores criminales, los asesinos y los traidores. 

Privilegiado era el que moría rápido, ya que para los que eran sometidos a la "cuestión" -otro nombre que se daba al tormento- el castigo era muy penoso. Pero aun sin tormento, la muerte en la horca, que era una de las formas de ejecución más comunes, tenía cierta lentitud. 

El método usado, explica Tracy "no era muy sofisticado; (…) tiraban de la cuerda para levantar al criminal a fin de estrangularlo, lo que podía insumir entre seis y diez minutos".


Séneca se suicida para evitar ser ejecutado por Nerón

Traidores y herejes eran los que sufrían los peores suplicios en la Inglaterra del siglo XVI y XVII. Horca y descuartizamiento. Castración, vaciamiento de entrañas, quemaduras, etcétera, antes de la decapitación. 

Francia no se quedaba atrás. Alexandra Ossola describe la ejecución del asesino del rey Enrique IV, el fundador de la dinastía de los Borbones, que fue apuñalado en la calle. Al regicida, François Ravaillac, el verdugo primero le quemó la mano derecha, la que tomó el puñal, luego lo sometieron a varios tormentos que por piedad no se describirán aquí, antes de descuartizarlo con cuatro caballos. 

La rueda era otro de los métodos más brutales de ejecución "reservado a los peores criminales en Europa y a los esclavos amotinados en Estados Unidos". "Se ataba al condenado sobre una amplia rueda de madera y luego se le quebraban los huesos. Se lo dejaba agonizar".



Los brutales tormentos que se aplicaba a los condenados

Después de esto, la decapitación resulta humanitaria… Por algo era el castigo para los nobles: "rápido y relativamente indoloro". Por algo la guillotina fue vista como un gran progreso. 

Pero algunos métodos modernos, como la silla eléctrica o la inyección de un cóctel de drogas letales no serían todo lo "humanas" que se cree, dice la autora. Tras repasar estas formas extremadamente dolorosas de morir, Ossola sostiene que son relativamente breves si se las compara por ejemplo con ciertas enfermedades, como el cáncer que, junto con las cardiopatías, representan el 62 por ciento de los decesos en Estados Unidos. 

Se vive más que antaño, pero en algunos casos esos años suplementarios van acompañados de mucho sufrimiento, tanto físico como espiritual. Ossola cita a la doctora Joanne Lynn, especialista en cuidados paliativos que dice: "Creemos siempre que podemos ser conscientes de que vivimos nuestros últimos instantes, pero la mayor parte de nosotros morimos poco a poco, como si nada. 

Seguimos pretendiendo que morimos de una crisis cardíaca en una noche pero eso está lejos de la realidad". Además, a medida que la muerte se acerca, se siente el declinar, algo que puede ser penoso, ya que se pierde el control y se siente una debilidad creciente. 

Lo positivo, dice Ossola, es que el dolor está mucho más dominado que en la Edad Media. Actualmente existen drogas casi para todo tipo de dolor; la clave es determinar la causa.

Cada vez existen más paliativos para el dolor, pero el sufrimiento físico no es el único condicionante de los enfermos en sus últimos tiempos  

Pero el dolor no es el único síntoma desagradable del enfermo al que se le acerca la hora: también es frecuente que haya náusea, vómito, fatiga, depresión y dificultades respiratorias que pueden ser muy difíciles de soportar. 

Testigo cotidiano de esto, el médico Randy Curtis le dijo a Ossola: "Lo que me daría miedo, es sentir un dolor severo y no tener acceder a médicos que me tomen en serio y me apliquen el tratamiento adecuado". 

Algo parecido le dice Joanne Lynn: "Quiero un sistema en el que pueda confiar. Que todas las personas involucradas sepan cómo responder a mis dudas. Y que sean honestos respecto a mis perspectivas". 

Para la mayor parte de los expertos en la etapa final de la vida, dice Ossola, parece que la peor alternativa es "morir en una pieza de hospital tras un largo combate contra la enfermedad; peor aun si no se dispone de la ayuda de médicos competentes para calmar el dolor y de familiares que respeten la voluntad del paciente".

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